A principios de verano Los Amigos del Monasterio de Irache presentaron la edición facsímil del "Compendio de toda la Philosofía natural de Aristóteles", obra del colegial de Irache Diego de Canales, editada por el Monasterio e impresa en Estella el año 1547. Este hecho fue el desencadenante del trabajo que ahora os ofrezco, destinado a dar noticia de la imprenta que estuvo activa en Estella en el siglo XVI, y de aquellos impresores que, estelleses o relacionados con la ciudad, fueron considerados como los más importantes de España en su momento. Tratar de la imprenta estellesa me obliga a incluir en el trabajo a la activa e importante burguesía estellesa que tuvo relación con el "arte negro" (La saga de los Eguía y Chavarri), o estaban emparentados con ellos (Los San Cristóbal-Ballesteros). Familias que han dejado en la ciudad dos bellos palacios renacentistas. Dada la extensión del trabajo, lo he dividido en tres partes (La Imprenta en Estella, Miguel de Eguía, y Fray Diego de Estella). La primera os la ofrezco ahora; las otras dos las ofreceré en fechas próximas.
En tiempos muy remotos sintió el hombre la necesidad de expresar sus ideas mediante símbolos. En el Paleolítico superior lo hizo a través del pictograma (representación de figuras o símbolos), el cual dio paso al ideograma (imagen que representa un ser o una idea), al fonograma (letra o conjunto de letras que representan un fonema) y al jeroglífico (palabras cuyo significado se expresa mediante figuras o símbolos), hasta que los fenicios, gente pragmática, viajera y comerciante, elaboraron un alfabeto del cual derivan la mayor parte de los que actualmente se conocen.
Pero las ideas no podían quedar fijas en las paredes de las cuevas ni en los muros de los templos. Las sociedades se estructuraban de forma compleja, dando paso a imperios cada vez más burocratizados, lo que hizo necesario guardar la memoria del estado, contabilizar su riqueza, y transmitir sus mensajes. Para ello los sumerios, forzados por las características físicas de Mesopotamia, inventaron una escritura que, al grabarla con objetos punzantes sobre ladrillos de arcilla, hizo que los pictogramas evolucionaran en forma de incisiones rectas formadas por cuñas y triángulos. Los chinos, obligados por un idioma monosilábico que se expresaba con pictogramas ideográficos formados por más de 540 radicales, tuvieron que utilizar el pincel y la tinta, y hacia el año cien de nuestra era, I-Say-Loun, mezclando fibras de cáñamo, tejido libérico y trapos, inventó el papel. Conocido por los árabes, lo divulgaron a través de sus fábricas de Samarcanda (año 751), Bagdad (siglos VIII o IX), y Játiva (Valencia), cuyo molino papelero, activo en 1150, se convirtió en el primero de Europa. También a Valencia le cupo el honor (año 1237) de ser el lugar en que por primera vez los reinos cristianos lo emplearon (El documento más antiguo redactado en papel que se conserva en el Archivo General de Navarra es de finales del siglo XIII). Pero el papel tardó en desplazar al pergamino, el cual se siguió utilizando de forma residual hasta el siglo XVIII.
Documento en pergamino, fechado el 8 de noviembre de 1307, mediante el que el rey de Navarra Luis Hutín promete a los pobladores de Estella guardar sus fueros (Archivo Municipal de Estella)
El pergamino también tiene su historia: se inventó en los dominios de Eumenes II, rey de Pérgamo (197-159 a. de J.C.), para sustituir al papiro que los egipcios se negaban a venderles para así tratar de impedir que la biblioteca que Eumenes estaba formando le hiciera competencia a la de Alejandría.
Así que, para cuando nació el libro tal y como ahora lo conocemos, la Biblioteca de Alejandría estuvo llena de rollos de papiros, la de Babilonia abarrotada de ladrillos de arcilla, y en los monasterios abundaban los pergaminos bellamente miniados (Como curiosidad, diré que la primera biblioteca que hubo en Pamplona, la crearon los franceses cuando ocuparon la ciudad durante la guerra de la Independencia).
Pero el libro hacía siglos que existía. Creado por los romanos al encuadernar láminas plegadas, a ellos se debe gran parte de los nombres que en torno a él se aplican: liber era el tejido libérico que los árboles tienen bajo la corteza, y que, debidamente preparado, precedió al papel; caudex, palabra de la que procede códice y código, era el tronco del árbol; los diplomas eran llamados así por constar de dos hojas superpuestas; volumen procede de volvere, debido a la costumbre de enrollar los escritos; álbum llamaron a la tablilla cubierta de una capa de cera sobre la que escribían por medio del stilus; cuaderno procede de la palabra quaternus = cuádruple, en alusión al número de pliegos que lo componen...
Libros en pergamino conservados en el monasterio de San Millán de la Cogolla. En la foto, sacada en junio de 1993, se aprecia el sistema de almacenaje.
Pasados los años, por la década de 1040 el artista chino Pi Sheng inventó la imprenta de tipos móviles. Y bien sea por tener conocimiento de ello, o de forma autónoma, los impresos xilográficos aparecen en Europa a finales del siglo XIV, coincidiendo con el nacimiento del naipe. Y como evolución de esta técnica, en la primera mitad del siglo XV, en Haarlen (Holanda), Lorenzo J. Coster inventó unos caracteres móviles que Johan Fastus, su infiel empleado, robó junto con la herramienta, y huyendo a Maguncia (Alemania) dio a conocer a Juan Gensfleisch de Sugeloch, conocido como Gutemberg, apellido de su madre.
Debido a que los primeros libros se imprimieron sin fecha (Hasta 1455 los libros no tuvieron pie de imprenta), se cree que el primer ejemplar salió del taller de Gutemberg en 1450. Pero los comienzos siempre son difíciles, y más para una persona de escasos recursos económicos. Por eso, en 1455 los acreedores se quedaron con su taller.
En un principio se utilizaron tipos móviles de madera, los cuales tenían una corta vida. Se probó con tipos de hierro, pero estos perforaban el papel. Se utilizaron tipos de plomo, pero eran demasiado blandos. Poco después se inventó una aleación de plomo, estaño y antimonio, que aún se emplea en algunas imprentas.
En la fotografía superior, tomada del pórtico de San Miguel Arcángel de Estella, las dos estatuas-columna de la izquierda, que representan dos apóstoles, llevan sendos libros, mientras que las de la derecha, al corresponder a profetas, llevan pergaminos. Con ello, e intentando seguir la cronología, el escultor adjudicó los pergaminos a los personajes del Antiguo Testamento, y los libros a los del Nuevo.
Sobre las cabezas de las dos estatuas centrales hay dos personajes. El de la izquierda lleva un libro en el que se lee TADEUS, y el de la derecha porta otro en el que sólo se leen tres de las cinco letras que lleva esculpidas: SMO...
El "arte negro" -así se denominaba a la imprenta- llegó a España en 1472, al establecerse en Segovia el tipógrafo Párix de Heidelgerg. A Navarra tardó años en llegar. Su escasa población, y la ausencia de Universidad y Colegios Mayores, presentaban un mercado escaso, a lo que se añadía la inestabilidad política en que se encontraba el Reino. Cuando la inestabilidad desapareció, desde los dominios patrimoniales del rey de Navarra en Francia llegó Arnal Guillen de Brocar, originario al parecer de Le Brocq, localidad de la comarca de Orthez, cercana a Pau, el cual se había formado en el taller de Henricus Mayer, en Toulouse, ciudad con la que Navarra tenía una gran relación: allí se imprimía gran parte de la demanda del Reino, y a su Universidad mandaban la nobleza y la burguesía navarra sus hijos, existiendo entre esa ciudad y Pamplona un servicio regular de transporte.
Brocar, uno de los artesanos de mayor calidad tipográfica en esta primera época de la imprenta en España, casó con la pamplonesa María de Zozaya, con la que tuvo tres hijos: Pedro murió joven, Juan, gran humanista, casó con Francisca Angulo, de familia de impresores, y María, que en 1518 formó matrimonio con el estellés Miguel de Eguía. Brocar vive en Pamplona entre 1490 y 1501 y a él se deben los pocos incunables impresos en nuestra comunidad, el primero de los cuales es el Manuale Pampilonense, fechado en 1490.
Por el lugar en el que aprendió el oficio, hasta 1496 utiliza tipos góticos de estilo lionés; entre esta fecha y 1501 los sustituye por tipos góticos de estilo parisino; y a partir de entonces usa tipos de tamaño más reducido. En 1501 se establece en Logroño, ignorándose los motivos por los que Brocar abandona Navarra. En la capital riojana establece contacto con Nebrija, y llamado por el Cardenal Cisneros, sin cerrar el taller de Logroño abre imprenta en Alcalá de Henares, donde consigue la primacía en la impresión de obras litúrgicas en la Corona de Castilla, se convierte en editor de la Universidad, y obtiene el monopolio para la impresión de las Bulas de la Cruzada.
Reproducción de la portada del libro "Vocabularium eclesiasticum", de Rodrigo Fernández de Santaella (1546), impreso en Estella por Miguel de Eguía. Ya lo había impreso en Alcalá en 1527. En 1555 lo imprimió en Estella Adrián de Anvers. La portada tiene forma de tabernáculo.
Cruce de vías romanas, lugar de posta, y dominada por un castillo de origen árabe, la construcción de la Colegiata de San Justo, en recuerdo del martirio de los Santos Niños, hizo de Alcalá el lugar de peregrinación y milagros en el que el Arzobispo de Toledo, el navarro Rodrigo Ximénez de Rada, levantó un palacio arzobispal destinado al reposo de los prelados toledanos. La elección no era muy afortunada, pues la zona era un lugar insalubre y pantanoso en el que abundaban las enfermedades infecciosas.
También Cisneros eligió Alcalá para levantar la Universidad cuando los Reyes Católicos, autorizados por Alejandro VI para realizar la reforma de las órdenes religiosas, encargan al franciscano la difícil tarea. Para el Cardenal, el problema de España era el excesivo número de clérigos regulares y seculares, así como su escasa capacitación y cultura, la cual sólo se podía superar a través de una Universidad eclesiástica de nueva creación, ya que todas las existentes procedían del mecenazgo de reyes y nobles.
Cisneros saneó el terreno, levantó la Universidad, y en torno a ella trazó una población de calles anchas y regulares. La Complutense abrió sus puertas el 26 de julio de 1508, y pocos días más tarde Pedro de Lerma pronunció la primera lección, la cual versó sobre la Ética de Aristóteles, tema que, como he dicho en la introducción, está en el origen de este trabajo.
Diccionario de Nebrija, impreso en Estella en 1548 por Adrián de Anvers. Reproducción del ejemplar que se guarda en la biblioteca de los PP Carmelitas Descalzos de Pamplona.
Pero para llevar a cabo su labor reformadora, Cisneros necesitaba una imprenta. Primero se estableció Estanislao Polono, del que sólo se conocen cinco obras alcalaínas, y cuya primera impresión fue la Vita Christi (1502) del cartujo Ludolfo de Sajonia.
Llegado Brocar, imprime su primera obra en febrero de 1511 (Sobre la forma que auie de tener en el oyr de la misa, del obispo de Ávila, el famoso "Tostado"), y sigue imprimiendo vidas de santos y alguna obra de carácter científico. Pero alcanza la fama al imprimir en 1514 la Biblia Políglota, obra de gran complejidad técnica: el primer tomo del Antiguo Testamento se distribuía en tres partes superiores y una inferior. En las superiores, a tres columnas, la izquierda corresponde al texto griego; la del centro a la versión de San Jerónimo; y la de la derecha al texto hebreo. La parte inferior, dividida en dos columnas, destina la izquierda a la traslación caldea, y la de la derecha a la interpretación latina. Los otros tres tomos del Antiguo Testamento, al no llevar la trascripción caldea, van a tres columnas. El Nuevo Testamento va en dos columnas, una en griego y otra en latín. Todo ello con gran variedad de tipos, de los que sólo góticos hay cuatro distintos. Este hecho, y la impresión de la Gramática de Nebrija, hacen que los intelectuales le llamen "artífice egregio en el arte tipográfico" y "calcógrafo articiosísimo". Él también se enaltece, pues en 1517 utiliza el título de "impresor real" Con la muerte de Cisneros, la academia bíblica se dispersa, y la demanda de la Universidad decae.
"De arte curativa libri cuatuor", obra de Alfonso López de Corella, impresa en Estella en 1555 por Adrián de Anvers. Presenta frontispicio con luneto superior en forma de venera, con un hombre leyendo un libro. En la bancada inferior se lee: "Ubi est thesaurus tuus ibi et cor tuum".
Eguía conoció a Brocar en Logroño, cuando el estellés tuvo que exiliarse, y todo hace suponer que desde aquella fecha fue su financiero y, al casar con su hija, su socio y heredero. Todos los autores consideran a Miguel de Eguía como impresor, pero yo no creo que estuviera dedicado a esta labor artesana. Sus orígenes, su educación, la actividad familiar, y también su dinero (a su fortuna personal añadió una pensión anual de 5.000 maravedis que en 1513 le dio del rey Fernando de Aragón en premio al apoyo que de él recibió en la conquista de Navarra), hacen que no sea lógico verlo manejar las prensas.
En mi opinión, Eguía fue el financiero (Cuando Brocar estuvo en Pamplona fue financiado por Tomás Favario de Lumelo, italiano que también financió imprentas de Sevilla y Zaragoza); el comercial de gran olfato y extraordinaria capacidad que en 1525 llegó a firmar un acuerdo con los Cromberger de Sevilla para intercambiar libros de sus imprentas; y el estratega capaz de adaptarse a los gustos de la época y a los cambios políticos y eclesiásticos, imprimiendo a Erasmo y, cuando la ocasión lo exigía, a los antierasmistas.
Eguía, prototipo de impresos humanista, tenía también los contactos políticos (había participado activamente ayudando a Fernando de Aragón a conquistar Navarra) y comerciales que le permitieron alcanzar una notable riqueza mientras que la mayoría de los impresores se debatían en la penuria. Eguía fue, en realidad, un poderoso editor que imprimía en las imprentas que con su suegro y cuñado tenía en Logroño, Toledo, Valladolid, y Alcalá, y en talleres de Burgos y Salamanca que para ellos trabajaron.
En 1511, él y su suegro obtuvieron un extensísimo privilegio real para imprimir la Bula de la Cruzada, lo que hacen desde 1513 en la imprenta que instalan en el monasterio de Ntra. Sra. del Prado de Valladolid, y desde 1518 en la del monasterio de San Pedro Mártir, de Toledo. También obtuvieron el monopolio de impresión de la Gramática de Nebrija. Estos dos negocios, que explotaron durante seis y once años respectivamente, son, según Jerónimo, hijo mayor de Eguía, el origen de la mayor parte de la fortuna de su padre. Esta opinión, que responde a una demanda sobre la herencia de su madre, María de Brocar, hay que cogerla con cautela. Eguía es muy rico, sí, pero a los 2.000 ducados que recibió de dote su mujer, y a la herencia de su suegro (Fallecido en 1523 y enterrado en San Bartolomé de Luliana, Guadalajara, aunque tenía capilla en el monasterio de Valcuerna, en Logroño), consistente en casas en Logroño, el privilegio de impresión de las Bulas, y la mitad de las imprentas, hay que añadir los más de dos millones de maravedíes que de 1534 a 1541 ganó en sociedad con su cuñado.
"Aurea Expositio...", de Antonio de Nebrija, impreso en 1563 en Estella por Adrián de Anvers. En la portada, la imagen de Nebrija bordeada por un marco cuadrado en cuyos ángulos figuran seres mitológicos, titanes y dragones.
Fallecido el suegro, imprime por primera vez su nombre en los libros (Speculum ecclesie cum multis additionibus, 14 de septiembre de 1524), y deja una notable colección (siete en Toledo, veinte en Logroño y unas cien en Alcalá, además de las que imprimió en Estella), considerada como "lo más selecto que puede presentar el arte en España" (Juan Catalina García en su "Ensayo de una tipografía complutense").
Considerado como uno de los mejores tipógrafos de su tiempo, sus obras, que conservan el estilo de su suegro, son selectas, embellecidas por la letra de Tortis (nombre de un impresor veneciano del XV), las lujosas portadas renacentistas, las iniciales de adorno de carácter artístico, la utilización de tintas roja y negra, la pureza de los tipos, y la buena calidad del papel. Sus impresos quedan como ejemplo de la renovación de la imprenta hispana. Utiliza tipos góticos y redondos, y aun sin ser el primero en usar la letra cursiva o itálica, máxima expresión de la latinidad clasicista durante esa centuria, será quien más la emplee de forma sistemática. Renueva el concepto de ilustración de los libros, especialmente en las portadas, utilizando orlas arquitectónicas de estilo renacentista, todo lo cual coloca sus obras a la altura de lo mejor de Europa.
"Recopilación de Leyes...", libro fechado en 1567 e impreso en Estella por Adrián de Anvers. Fotografía cortesía de Javier Beruete Sarrasqueta.
Desde el principio se propone editar libros de carácter científico y de edificación para que los españoles no fueran tributarios del extranjero, dice en alguna ocasión. Eguía fue el mayor divulgador de Erasmo, cuyas obras editó, entre ellas la primera traducción al español (Enchiridion, 1529). Estos hechos lo montaron en una gran ola de popularidad, la cual no obcecó su mente: compaginó el ser uno de los mayores difusores de las obras de Erasmo, con la edición, cuando los vientos empezaron a cambiar, de la obra Pedro Ciruelo, principal antierasmista.
Cuando llegó la represión al movimiento erasmista, todos los del "Movimiento de Alcalá" fueron acusados, y la lista de herejes o sospechosos incluyó más de 60 nombres. A finales de julio de 1530 es encarcelada Francisca Hernández, una "iluminada", la cual se gana la clemencia de los jueces a base de delaciones y acusaciones falsas. Cuando es encarcelado Bernardino Tovar, sobre el que se centraba el movimiento erasmista, todos se dispersan. La mayoría va al extranjero, pero Eguía, que nunca dejó de estar avecindado en Estella, viene a la ciudad navarra, en donde es citado para comparecer en Valladolid. Allí lo interroga la Inquisición, y en el otoño de 1531 ingresa en la cárcel, donde permanece dos años hasta que es puesto en libertad sin cargos. Al salir del encierro se desquita de Erasmo imprimiendo (Sus imprentas se mantuvieron activas mientras estuvo preso) el único libro dedicado a atacarlo que se conoce en España (Alcalá, 1 de enero de 1536). A partir de entonces olvida las enseñanzas de Erasmo, y al sentir cercana su muerte redacta un testamento en el que muestra ideas opuestas a las del famoso filósofo.
"Series totius Historiae Sacre Evangelii...", de Pedro de Irurozqui, impreso en Estella por Adrián de Anvers en 1557. Con cinco portadas e iniciales adornadas, es el ejemplar más bello que ha salido de un tórculo estellés, y la obra de más calidad impresa en Navarra durante el siglo XVI.
Para 1530 ya estaba viudo, y al llegar a Estella firmó contrato de matrimonio con Lucía de Rosas, pamplonesa de importante familia. De regreso de la cárcel, libre y sin cargos, levanta en la ciudad del Ega todo un emporio: presta dinero, comercia con lana, especias, paño y otros artículos, compra y vende casas y tierras, arrienda molinos y carnicerías, posee rebaños, levanta industrias, comercia con Flandes... y se dedica a la política: en 1535 y 1541 es Alcalde de la ciudad; en 1537 y 1539 Regidor; y en 1544 Jurado por la Parroquia de San Miguel, en cuya Rua mayor construye un hermoso palacio renacentista.
Cerrado el taller de su ex cuñado en Logroño (1543), en 1545 expone al Consejo Real de Navarra la necesidad de establecer una imprenta en el reino, y solicita la exención total de impuestos. Obtenida la exención, en 1546, sin renunciar a sus derechos sobre las imprentas de Toledo y Alcalá, abre imprenta en Estella, para lo cual contrata a Adrián de Anvers (Amberes) como primer oficial. Muere Eguía al año siguiente, y Anvers continúa la actividad arrendando la imprenta.
"Lisuarte de Grecia" Séptimo libro de Amadís de Gaula. Libro de caballería impreso en Estella en 1564 por Adrián de Anvers. Lleva grabada la imagen de un caballero ecuestre acompañado de alabardero, enmarcado en decoración renacentista, y, según la moda de la época, está impreso con tipos góticos. Es la octava edición del libro hecha en España.
Adrián de Anvers tenía entonces 36 años, y técnicamente era un brillante profesional, a la altura de los mejores impresores españoles de la época. Es en el "Compendio de toda la filosofía natural de Aristóteles", de Diego de Canales (1547), donde aparece por primera vez su pie de imprenta. Pero falto de recursos económicos, la vida de Anvers esta llena de adversidades. En 1548 interrumpe su actividad a causa de los daños que le ocasiona en el taller ("descerrajó y quebranto") Gregorio de Mendico, el cual es desterrado a Burgos. En 1566 sostiene pleitos contra Sancho de Elso a cuenta del impago (la obra fue secuestrada) de la impresión de la "Doctrina Christiana en castellano y vascuence" (1561), primera obra impresa en euskera en Navarra, y con la cual el autor pretendía contrarrestar la influencia de las cuartillas luteranas en vascuence que promovía Juana III de Albret, reina de Navarra en el exilio.
Su actividad cesa durante los años 1549 a 1551, en que aparece su nombre en documentos notariales de Valladolid, y aprovecha los viajes a Castilla para comerciar con pequeñas cantidades de especias. Pero no levanta cabeza: parte de sus problemas venían de que, al ser extranjero, no podía establecerse en Navarra. Por ello, en 1549 consigue avecindarse en Estella, lo que facilita el desarrollo de su trabajo. Pero eso no basta: le ayuda a salir de la ruina su matrimonio con Catalina de Urrizola, viuda del sillero (los silleros, al trabajar con cueros, solían ayudar a los impresores a encuadernar los libros) estellés García de Lizarraga, muerto de una coz. Catalina aporta al matrimonio 70 ducados y una hija que, prohijada por Anvers, casa con el saboyano Tomás Porralis, que a la muerte de Adrián continuará la imprenta.
Buleta de indulgencias conservada en el A.G.N., por la que Anvers fue multado. Lleva las siguientes leyendas. Arriba: "Por la leche que mamaste hijo, tres cosas quitad: guerra, hambre y mortandad". Abajo: "Cofradía del hospital general de Nuestra Señora de la Misericordia de la muy noble y leal ciudad de Pamplona".
El obispo y los clérigos no colaboran (Llevan a imprimir sus encargos a Toulouse y Lyón), y cuando le dan trabajo es para su perjuicio: en 1559 el fiscal presentó contra Anvers y los cuestores del Hospital de Pamplona una querella criminal por la impresión sin licencia de unas buletas de indulgencias (foto superior), situación que acaba en multa. Vuelve a imprimir buletas, por lo que le secuestran el material, y en 1560 le meten en prisión por reincidente.
En 1568 Anvers deja Estella después de haber impreso cerca de cincuenta obras, y se establece en Pamplona convertido en impresor oficial del reino por un periodo de diez años, con la oferta fallida de imprimir el Fuero General. Sobrevive en la capital a base de encargos que le llegan de editores e imprentas de Castilla y Aragón, pero en 1569 ve como una Pragmática Real, que prohíbe la entrada en el reino de Castilla de libros procedentes de otros reinos, le cierra las puertas del mercado exterior. Está otra vez en la ruina, y se queja a las Cortes de Navarra: "y como este reino sea tan pequeño, y la mayor parte de él bascongado, se vende muy poco de lo que se imprime", dice compungido. Poco después fallece.
Continúa la imprenta su yerno, Tomás Porralis, que también tiene problemas. En septiembre de 1579, Alonso de Eguía, hijo de Miguel, le denuncia por impago de los 25 ducados de la renta anual de la Casa de la Imprenta situada en la calle Pellejería de Pamplona (uno de los dos edificios que Lucía de Rosas, su madre, aportó de dote al matrimonio). Como Porralis se había gastado el dinero que le entregaba el Ayuntamiento pamplonés para que pagara la renta, entra en la cárcel, de la que sale con fianza de la viuda e hijo de Berenguer de Aóiz, el cual había sido guarda de la Casa de la Moneda. A partir de entonces Porralis rompe con Eguía y se traslada a una casa de Berenguer. Con este hecho acaba la vinculación de los Eguía con la imprenta.
Página del Fuero General de Navarra, conservado en el Archivo General de Navarra.
Anvers había dejado en Estella un discípulo, Pedro de Borgoña, natural del Franco Condado y hermano de un sillero vecino de la ciudad del Ega, el cual trabajó de encuadernador entre 1552 y 1566. Al parecer, también era soldado profesional, así que cuando en 1572 se dinamitó el castillo de Estella, se trasladó a Pamplona, y durante 1585-86 vivió en San Sebastián, donde imprimió alguna obra de la que no se han encontrado ejemplares. A Pedro de Borgoña le cupo el honor de ser el primer impresor de Guipúzcoa.
Otro ayudante de Anvers, Bernat de Baquedano, se avecindó en Pamplona, en donde fue tutor de unos huérfanos sobrinos de su mujer. Utilizó los bienes de los niños en su beneficio, lo que le permitió establecerse en 1555 como librero. El negocio no le fue bien, pues el obispo había concedido a Diego de Haro, vecino de Estella, el monopolio de venta de misales, breviarios y diurnales, adquiridos en burgos la mayoría, de manera que de su tienda debían abastecerse todas la iglesias y clérigos de la diócesis. Bernat puso pleito, perdió, y cerrado ese camino comerció con libros franceses, siendo multado por la Inquisición. Al reincidir, fue nuevamente procesado y metido en la cárcel por "comerciar con libros luteranos"
"Crónica General de la Orden de San Benito", impreso por Matías Mares en 1609 en Irache, y conservado en la Biblioteca de la Diputación de Vizcaya
Años después tomó Irache el relevo: a comienzos del XVII los monjes encargaron a Matías Mares (Impresor de origen francés, se estable en Salamanca en 1566, se traslada a Burgos, Bilbao, Logroño, La Calzada, y Pamplona, donde compra todo el utillaje que procede de Adrián de Amberes, y en 1607 es nombrado impresor del reino) la instalación de una imprenta en el monasterio. Entre 1607 y 1608 imprime en Irache dos libros de espiritualidad de Fr. Antonio de Alvarado, el "Arte de bien morir y guía del camino de la muerte", y el "Arte de bien vivir y guía de los caminos del cielo", así como los dos primeros tomos de al "Crónica general de la Orden de San Benito...", monumental trabajo, en siete volúmenes, del cronista de la Orden, Fray Antonio de Yepes, quien estuvo dos años en Irache preparando la edición.
A la muerte de Mares, fue Nicolás de Asiáin quien continúa sus trabajos en Irache, reimprimiendo en 1615 y 1616 los libros anteriores, y el tercer tomo de la "Crónica..." (A partir del cuarto serán impresos en Valladolid). Poco más se debió de imprimir en Irache, y en 1617 desaparece la imprenta del monasterio.
La carretera de la izquierda de la fotografía es la subida al Parque de Bomberos, o calle Valmayor. La del centro es la antigua carretera a Pamplona, o avenida Pamplona, abierta en el siglo XIX. A la derecha -apenas se aprecia-, al acabar la barandilla comienza el antiguo Camino Real, hoy calle San Lázaro, que hasta el convento de La Merced discurre casi paralelo al río.
Según los datos que Eguía aporta en su testamento, la casa de tinte, huerta e imprenta estaba situada entre la calle San Lázaro y la calle Valmayor, ocupando el terreno que hoy ocupa la carretera y el chalé que se ve en el centro-izquierda de la fotografía.
Subiendo la ladera que se ve a la derecha, estaba el castillo de Belmecher. La ladera de la izquierda forma parte de La Rocheta.
Si nos preguntamos dónde estuvo en Estella la imprenta, la respuesta la da en 1566 el heredero de Miguel de Eguía: "la casa de la Rocheta con su emprenta, tinte y cerrado... que es extramuros de dicha ciudad". Descripción que, sin mencionar la imprenta (probablemente fuera redactado antes de su instalación), completa el testamento de su padre: "casa, tinte y huerta de La Rocheta, que se afrenta de la una parte con el olivar y viña de nuestra Señora de la Merced y de las otras dos partes con dos caminos públicos". Por ello, sin margen de error se puede afirmar que estuvo cerca del río Ega, a la salida de Estella hacia Pamplona, en la confluencia de la actual calle San Lázaro (recibe su nombre del Hospital de San Lázaro que estuvo situado justo antes de llegar a la actual gasolinera) y la calle Valmayor, cuyo nombre más adecuado sería el que siempre sirvió para designar a la zona: La Rocheta, diminutivo de origen occitano que equivale a roca o peña pequeña.
Nota 1: A partir del siglo XVI, en Estella no hay imprenta hasta que en 1845 abre una Javier Zunzarren, la cual permanece activa hasta el año 2010. En 1874, cuando Estella fue Corte carlista, hubo una efímera "Imprenta Real". Desde 1880 hasta 1928 Eloy Hugalde tuvo una imprenta en el Paseo de la Inmaculada, que, adquirida por su oficial Gregorio Díaz (su pie de imprenta, "G. Díaz, sucesor de Hugalde", no figura en ninguna de las obras consultadas para preparar este trabajo), fue trasladada al nº 47 la plaza de Los Fueros, donde estuvo activa hasta que, fallecido Gregorio, se vendió el año 1938 a Gráficas Legazpia de Zumárraga. Gaudencio Garbayo abrió la suya en el nº 30 de la plaza de los Fueros, trasladándose en 1931 al Paseo de la Inmaculada, donde continúan trabajando sus herederos. Entre 1924 y 1997, la familia Ortigosa regentó un taller con el nombre de "Imprenta Fray Diego", aunque en los últimos años ya no realizaba trabajos de impresión y se dedicaba a la papelería. En 1959 abrió sus puertas Gráficas Echarri, la cual permanece en activo.
Junto a las anteriores, hay cuatro grandes talleres de Artes Gráficas que, junto con la Editorial Verbo Divino, abierta en 1955, hacen de Tierra Estella uno de los primeros centros de impresión y exportación de España: Gráficas Lizarra, activa desde 1957, primero vinculada a la Editorial Verbo Divino, y desde 1979 de forma autónoma y con otros propietarios, la cual montó recientemente un importante taller en Guipúzcoa; Gráficas Estella, abierta por la Editorial Salvat en 1968, la cual se ha convertido en la cabeza de un importante conglomerado de empresas dedicadas a la impresión y encuadernación; Grafycens, abierta en 1990 por ex trabajadores de Gráficas Estella; y Rodesa, vinculada a Gráficas Estella, y destinada a la impresión en rotativa, la cual inició su actividad en 1999. Todas estas imprentas realizan un trabajo completo que incluye preimpresión, impresión y encuadernación, disponiendo de sus propios departamentos comerciales.
Nota 2: Estas son las obras que en siglo XVI se imprimieron en Estella:
-Vocabularium eclesiasticum, de Rodrigo Fernández de Santaella, impreso por Eguía 1546 y Anvers 1555
-Arte del cómputo, de Jerónimo de Valencia, Eguía 1546
-Antidotus contra venerem ex sacrarum literarum arcanis, de Alfonso Pérez de Soto, Eguía 1546
-Horas romanas de Nuestra Señora en romance, Eguía 1548 (la fecha debe estar equivocada) y Anvers 1564
-Compendio de toda la Philosofia natural de Aristóteles, de Diego de Canales, Anvers 1547
-Doctrina y amonestación caritativa, de Juan Bernal Díaz de Luco, Anvers 1547
-Dictionarium, de Elio Antonio de Nebrija, Anvers 1548
-Vitae Sanctorum... de Juan Maldonado, Anvers 1548
-Real provisión del Virrey... con el arancel a que se debían vender los zapatos, Anvers 1552
-Quaderno de Leyes..., Anvers 1553, 1556, 1558, 1561 y 1565
-De arte curativa libri quatuor..., de Alfonso López de Corella, Anvers 1555
-Las obras de Boscán y algunas de Gracilaso de la Vega..., Anvers 1555
-Vocabularium ecclesiasticum, Anvers 1555
-Las obras de devoción de George de Montemayor, Anvers 1556
-Series totius Historiae sacre Evangelii..., de Pedro Irurozqui, Anvers 1557
-Bula de indulgencias... Anvers ¿1557?
-Las Ordenanzas..., Anvers 1557, 1561 y 1563
-Libro segundo: las pragmáticas..., Anvers 1557
-Instrucción breve..., de Martín de Miranda, Anvers 1558
-Bula de indulgencias..., Anvers 1559
-Tragicomedia de Calixto y Melibea, de Fernando de Rojas, Anvers 1560
-Jubileo et indulgencias..., Anvers 1560
-Manuale Pampilonensi, Anvers 1561
-Doctrina Cristiana... En castellano y vascuence, de Sancho de Elso, Anvers 1561
-Argumentación del procurador..., Anvers 1561
-Real provisión de Felipe II..., 1562
-Arcadia de Jacobo de Sannazaro..., Anvers 1563
-Libro llamado reprobación de trajes..., Anvers 1563
-Aurea expositio..., de Antonio de Nebrija, Anvers 1563
-Libro primero del valeroso...Belianis de Grecia..., Anvers 1563
-Lisuarte de Grecia..., Anvers 1564
-Crónica de... Tablante de Ricamonte y..., Anvers 1564
-Proceso de cartas de amores... Anvers 1564
-Manual de confesores..., de Martín de Azpilcueta, Anvers 1565
-Repertorio general..., de Martín de Azpilcueta, Anvers 1565
-Comentario resolutorio de usuras..., de Martín de Azpilcueta, Anvers 1565
-Recopilación de Leyes..., Anvers 1567
-Summa de casos de consciencia..., de Juan de Pedraza, Anvers 1567
-Constituciones Collegii... de Oñate. Anvers 1567
Imprimió también Anvers ocho libros para editores de Burgos, Medina del Campo, Alcalá de Henares, y Zaragoza.
Nota 3: Un manual de 1668 recoge los pasos necesarios para fabricar el papel:
"Se baten en Mortero o Pilas de Piedra con agua, trapos viejos de Lino o Cáñamo hasta que estén como manteca, y puesta esta pasta en un Aljibe, se añade agua, y se bate, incorporando dicha pasta hasta venir clara como leche; se mete dentro de esta leche el molde, que es de una rexa muy espesa de hilo de Alambre, y levantándole horizontalmente, cae el agua, y queda sobre dicho Molde formado el Papel, de suerte que se despoja con facilidad poniéndole sobre una bayeta"
Otros libros de la época recomiendan dejar los trapos superpuestos y húmedos para que fermenten. Sin dejar que lleguen a pudrirse, se echan a los Morteros y se blanquean con cal viva. Para que la tinta no se corra, se da al papel una capa de cola procedente de pieles, como la que usan los carpinteros, y se cuelgan las hojas para que se sequen.
Nota 4: Con motivo de la boda de los Príncipes de Asturias y de Viana, la Universidad Pública de Navarra (UPNA) les regaló una edición facsímil del "Cuaderno de Leyes", impreso en 1533 en Estella por Adrián de Anverso. El libro, propiedad de la UPNA, y del que sólo se conoce un ejemplar, se considera el primer catálogo de leyes del Reino de Navarra.
Bibliografía:
-Notas a la edición facsímil del Compendio de toda la Philisofia natural de Aristóteles, Roberto San Martín Casi, cortesía de Jesús Azcárraga.
-El impresor navarro Miguel de Eguía en Alcalá, Ramón González Navarro
-El impresor Miguel de Eguía procesado por la Inquisición, José Goñi Gaztambide
-Gran Enciclopedia de Navarra
-La imprenta en Navarra, varios autores
-Impresores y libreros en Navarra durante los siglos XV y XVI, Isabel Estolaza Elizondo
Estella, septiembre de 2004