El jueves 6 de septiembre de 2012, en el pueblecito de Irurre, Valle de Guesálaz, Tierra Estella, abrió sus puertas el museo Henri Lenaerts, formado por una selección de las esculturas que Paulette Garin, compañera y heredera del artista belga, donó a la fundación creada para preservar su legado. Como se verá a lo largo de este trabajo, el museo es un homenaje a la hospitalidad que Henri recibió en Tierra Estella, y a la entrega y fidelidad de su compañera y colaboradora.
Nacido el 8 de mayo de 1923 en Molenbeek, Bélgica, entre los años 1945 y 1948 estudia pintura y escultura en la Academia de Bellas Artes de Bruselas y en la Academia de su ciudad natal, respectivamente, y ejerce de profesor de escultura en Nivelles y en la Academia de Watermael-Boitsfort.
Acabados sus estudios, tras trabajar en un taller compartido con el escultor Rik Poot, en los años 50 recorre Italia, Grecia, Egipto y parte de España montado en una moto vieja, recalando en Mañeru (Tierra Estella), donde la moto se avería.
Obligado a permanecer en el pueblo, intenta hacerse entender por un niño, quien lo lleva a su casa, donde comprenden que busca alojamiento y comida, que se la ofrecen desinteresadamente.
Como la familia no tiene qué darle de comer, el padre sale con la escopeta, caza dos conejos, y al regreso es detenido por la Guardia Civil.
Enterado Henri del hecho, va al cuartel y logra que le quiten la multa. Estas circunstancias son el comienzo de una gran amistad que años después lo trajo para siempre a esta tierra.
Seducido por el pensamiento hindú, y después de sentir que "las estrellas, la arena y el río le hablaban", junto con su esposa, la pintora Marie-Josée Van Broeck, con la que no tuvo descendencia, viaja a la India en 1962, donde se empapa del pensamiento védico.
A los dos años de estar en aquella tierra obtiene una beca de la UNESCO para estudiar su cultura.
Y tras recibir otra del Gobierno Indio, regresa en 1967 para continuar sus estudios en las universidades de Madrás y Benarés.
Estudios que influyen en su creación artística, que busca la unión entre la forma y el espíritu.
El año 1971 obtiene el doctorado en Filosofía Hindú por la Universidad de Benarés, con un trabajo sobre el pensamiento tántrico por el que recibe el premio a la Mejor Tesis Doctoral, y mantiene contacto con su sección de escultura, donde realiza en escayola y a tamaño natural la figura de un yogui meditando.
Totalmente agotado, regresa a Bélgica en coche atravesando numerosos y extensos países, de carreteras imposibles, llevando sobre la baca la escultura que ha realizado, que funde en bronce en Italia y puede verse en la Universidad de Louvain-la-Neuve.
En Italia encuentra a Paulette Garin, que, buscando aire puro y tranquilidad, se halla en el Piamonte residiendo en la casa de campo de una amiga. Cuando él le pide que le ayude en su proyecto, Paulette, sin pensárselo dos veces, acepta para no abandonarlo.
Se encuentra extraño en su país. "Lo que llamamos la vida social, no es hoy más que un torbellino de contradicciones", escribe alarmado del desinterés por el conocimiento y la comprensión que observa a su alrededor.
Desencantado del rumbo que había tomado la vida moderna, e incapaz de readaptarse a la sociedad europea, huye del ruido de las ciudades y, recordando aquella hospitalidad desinteresada que años atrás encontró en Mañeru, vuelve a este pueblo buscando un lugar tranquilo donde vivir.
Un día, paseando por el Alto de Guirguillano, al contemplar el pantano de Alloz decide instalarse en la zona, y por mediación del cura de Lerate compra en 1971, en Irurre, una casa con patio que le cuesta 80.000 pesetas.
Casa que, según su compañera Paulette Garin, es renacentista y tiene unas proporciones de 12 x 12, y todas sus piezas son de 4 x 4 o múltiplos de 4.
Y para evitar que le roben, al igual que hizo en su taller de Bélgica, sobre la puerta del patio coloca un cartel con la leyenda material explosivo.
En su nuevo hogar organiza cursos ligados a la filosofía hindú, de yoga con el profesor Claude Maréchal, e instala su taller, donde prepara los moldes de las esculturas que sobre su coche lleva a fundir a Vicenza (Italia), donde en su opinión están las mejores fundiciones.
Allí presencia todo el proceso, y regresa trayendo en el coche los moldes y las esculturas. Es una labor costosa, que incluye no menos de cuatro procesos, lo que le obliga a permanecer varios meses cada vez que va a la fundición.
Previamente, antes de empezar a dar forma a la obra, dibuja con todo detalle y desde todos los puntos posibles el proyecto que tiene en su mente.
Y cuando sus fuerzas comienzan a flaquear, encuentra un taller en Vitoria en el que fundirlas.
Y mientras él esculpe o pinta, su compañera Paulette, con la que, según ella misma cuenta, mantiene una relación un tanto particular, teje en un telar los diseños que le prepara. Labor que diariamente supervisa, indicándole las partes que no le gustan y debe rehacer.
Enrique el belga, como le llaman en la zona, aprende a cultivar la viña y a hacer vino; a trabajar la huerta y a criar todo tipo de animales de corral, que le sirven de alimento, y se sumerge en la vida del pueblo participando en sus actividades y fiestas.
Pero lo que más satisface su espíritu son las formas de reciprocidad vecinal, de trueque, de colaboración mutua, en las que la pareja participa.
Así, los vecinos le ayudan a cargar y descargar las esculturas que lleva y trae en el coche, y hospedan en sus casas a los alumnos de los cursos de yoga.
Como contraprestación, Paulette, en tiempos en los que no había coches en el pueblo, utiliza su Volkswagen azul, como si de un taxi gratuito se tratara, para llevar a los vecinos al punto de la carretera (Alto de Guirguillano) donde los recoge el bus que los lleva a Puente la Reina, o con el coche lleno de huevos, gallinas y conejos los traslada al mercado de Estella, para que los vendan, y regresa cargada con lo que han comprado.
Como resultado de esta profunda relación, regala al pueblo dos esculturas de bronce, que orgulloso expone junto a la iglesia.
La desnudez de Ícaro no agrada al cura del pueblo que, cuando recibe visitas, para que no se escandalicen cubre con una tela sus partes pudendas.
El pueblo, en justa correspondencia, recoge del campo una gran piedra, la sube al frontón, y en ella coloca una placa dedicándoles la zona.
En su metódica vida, y hasta el día de su fallecimiento, él se levanta a las siete de la mañana, hace una hora de yoga, desayuna, y comienza su tarea de escultor o pintor. A las 14 horas come, a continuación se entretiene en la huerta, pasea por los caminos, toma una cena ligera, y lee hasta la hora de acostarse.
Sólo variaba este diario acontecer, cuando, con cierta frecuencia, si su espíritu lo requería, subía a la sierra, donde pasaba varios días en completa soledad, durmiendo en el coche y comiendo lo que Paulette le había preparado.
En casa nunca tuvieron TV ni radio, y, como los monjes de clausura, comen en silencio mientras escuchan música clásica.
Pero todos los días, para cultivar su relación, Henri da a Paulette una poesía, un pensamiento, un detalle, que ella conserva y forman parte de los fondos del museo.
El día de su fallecimiento, a la mañana hizo su sesión de yoga (anotaba en un cuaderno los ejercicios que hacía y el tiempo que dedicaba a cada una de las posturas), trabajó en el taller, salió a pasear, al atardecer se sintió mal, y en la cocina cayó muerto por infarto. Sucedió el 4 de diciembre de 2006, a la edad de 83 años.
El día que lo enterraron, Paulette vio sobre el cementerio (lugar inusual, pues ese fenómeno se ve sobre el pantano) un arco iris completo, de colores muy vivos, como si la Naturaleza se hiciera eco de las palabras que pocos días antes escuchó a Henri: ¡Qué paz! ¡Qué bien hicimos en venir a vivir a este pueblo!
Henri estaba en posesión de la Orden de Leopoldo, era oficial de la Orden de la Corona Belga, y su obra había recibido los premios Luis Schimidt, Berthe Art, Koopal, de Escultura en Forest y Nacional de Bellas Artes.
Obra suya es el monumental reloj de L´Albertine y la fuente Charles Buls de Bruselas. Tiene esculturas en las plazas públicas de Ostende, Turnhout, Meide, Bruselas y Estella, así como en el Museo de Arte Moderno de Bruselas, y en las colecciones privadas de Générale de Banque, Morgan Guaranty Trust, la Universidad Católica de Lovaina, etc.
Las más de 3.000 piezas que poseía (esculturas, pinturas, antigüedades, objetos etnográficos, tapices, apuntes y libros), Paulette, a su fallecimiento, las dona para hacer con ellas una fundación y un museo.
Aceptado el legado, con apoyo del Parlamento Navarro se crea una fundación, y con fondos públicos navarros y europeos, gestionados a través del TEDER, se adapta el jardín de la casa para museo (el edificio está ahora en proceso de adaptación), que se inauguró el 6 de septiembre de 2012, y en el que pueden verse 22 esculturas que muestran la evolución de su obra entre los años 1950 y 2002.
Cinco meses después de la inauguración, el 13 de febrero de 2013, como si hubiera visto cumplida y acabada su misión, Paulette Garin, que desde hacía años tenía una salud precaria, con momentos de intenso dolor, y había sido sometida a varias operaciones, fallece a la edad de 81 años.
Henri, Paulette, y la madre de ésta, Marietta Huet, fallecida a los 97 años de edad, que con ellos convivió los diez últimos años de su vida, están enterrados en el camposanto de Irurre.
Con motivo de su fallecimiento, Diario de Navarra publicó la siguiente entrevista que aún permanecía inédita:
-¿Por qué después de conocer medio mundo se elige un lugar recóndito para asentarse definitivamente?
Porque precisamente a través de los viajes he visto que la forma de vida que impone la sociedad occidental es absolutamente contraproducente para el hombre. Las prisas, el vértigo de las ciudades anulan por completo las capacidades cognitivas del ser humano, sus sentidos están totalmente saturados con mensajes inútiles y vacuos que no le dejan reparar en las cosas que nos pueden dar la felicidad.
-¿Cuáles son esas cosas?
- Creo que la respuesta está en el mito de la lucha entre Hércules; el gigante Anteo, que cada vez que caía en la batalla tomaba las fuerzas de su madre Gea, la tierra, para volver atacar. De la misma manera pienso que la tierra es la vida y que la tragedia de esta época es que hemos perdido el contacto con la naturaleza.
-¿Que placeres del mundo rural son los que más disfruta?
- Casi todos. Aunque hoy en día casi nadie quiere vivir en el campo, son muchas las cosas que se pueden hacer. Desde luego, pasear es uno de los grandes alicientes. Casi todas las tardes, si el tiempo lo permite, Paulette y yo salimos a recorrer algún rincón del valle, nos sentamos sobre una piedra a contemplar el pantano. También tengo mi pequeña huerta, en la que cultivo muchas de las verduras y hortalizas que comemos.
- ¿No resulta, por ejemplo, un poco complicado vivir del arte en medio del campo?
- Depende de las circunstancias. En mi caso dispongo de una pequeña pensión que me dejó mi mujer al morir, con la que consigo mantenerme. Para mí, también es esencial gastar poco dinero. La casa la tengo hace muchos años, casi lo mismo que la ropa. No se necesita comprar prendas de vestir con tanta frecuencia. Lo único necesario en un lugar como éste es el coche, pero una vez que ya está comprado, mantenerlo no supone mucho. Es muy importante no depender demasiado de las cosas materiales para vivir.
- También muchas veces se da por hecho que el mundo del arte es cosmopolita...
- No necesariamente. Yo en mi taller puedo trabajar exactamente igual que si estuviera en una ciudad. Quizá lo más complicado sea la fase de producción de la escultura. Hace años, cuando era más joven llenaba el coche con las piezas y las llevaba a fundir a Italia. He hecho muchos miles de kilómetros, no sólo hasta allí. Cuando era joven llegué a recorrer así todo Oriente Medio. Desde hace tiempo trabajo con una fundición en Vitoria, lo que a mi edad me resulta mucho más cómodo.
- Sin embargo, sus esculturas adornan un buen número de ciudades...
- Así es, tengo algunas en Bruselas, pero también en Italia y aquí en Navarra, las hay en Pamplona o en Estella. Pero siempre que puedo procuro rodear a la pieza de un entorno lo más verde posible, como sucede en la del campus de la UPNA o en la que donó al Ayuntamiento estellés.
Nota: El martes 22 de septiembre de 2015 se inauguró oficialmente el Centro Lenaerts (en septiembre de 2012 se inauguró la muestra al aire libre). Entre sus obras, y su colección personal de arte, el Centro recoge más de 3.000 piezas. Con un coste de más de 650.000 euros se han habilitado las tres plantas del edificio, conservándose zonas tal y como las dejaron el artista y su compañera Paulette Garín.
Para conocer más de su obra, así como el horario en que puede visitarse el museo, os enlazo su Web:
www.henrilenaertsfundacion.com
abril 2013