EL CARNAVAL IV

(Aldabica y los palokis)

Todas las fotografías del presente reportaje corresponden al Carnaval estellés de los días 4 y 5 de febrero de 2005.

A partir de la octava, los "pié de foto" son una síntesis de la historia de Aldabica tal y como la escenifican los alumnos de la ikastola Lizarra.

Como es habitual en mis reportajes, los "pie de foto" y el texto en redonda tienen dos líneas diferentes de lectura, por lo que conviene leerlos de forma independiente.


Que sean dos las entidades que organizan el Carnaval de Estella, tiene sus ventajas: se complementan y solapan. Aquí vemos al muñeco que representa a Aldabica, el cual corresponde a la comparsa que organizó la peña "La Bota" el viernes 4 de febrero.

Históricamente, el carnaval estellés no ha tenido gran importancia. Así, mirando la prensa local durante cuatro años elegidos al azar (1918, 1919, 1931 y 1935), vemos que el 6 de febrero de 1918 "La Merindad Estellesa" decía: "Pasaron los carnavales, y gracias al buen tiempo del domingo y martes por la tarde, se vieron algunas máscaras, muy pocas y todas ellas de mal gusto y peor tono. Sólo hubo un disfraz de mujer, bastante bien traído y que a algunos les hacía dudar si sería hombre o mujer, pero él mismo se declaró al entrar en el urinario de la plaza de San Juan. Hasta para mentir se necesita talento. Las otras máscaras eran la vulgaridad más ramplona que puede imaginarse, abundando los de "al higuí", "al higuí", que tanta gracia causan a los mocetes. No vimos ningún oso disfrazado, pero observamos que muchos lo hacían sin disfraz".

El año siguiente, el 1 de marzo, el mismo semanario traía un escrito de su colaborador Miguel Ancil, que titulado "Las Fiestas de Momo", decía: "[...] Es el Carnaval hipócrita que en el ¡no me conoces! escondido bajo antifaz de raso, oculta el rubor de las mejillas, tornándose audaz, desenfadado y libre [...] ¡Oh alegre carnaval, viejo aquelarre, estrepitoso y orgiástico de colores, de bailes y de músicas, remembranza de las antiguas saturnales! [...] ¡Oh alegre carnaval con locuras de vinos ardientes y espumosos, ceñido de serpentinas, nimbado de confetis, alegría de arlequines, eres en la juventud poesía y en la vejez desengaño! ¡Oh viejo Carnaval, fundes las patrias y los siglos como en la torpe danza de la muerte, y confundes en la mascarada al hidalgo y al plebeyo, al magnate y al vasallo, al mendigo y al opulento!"


Después de ser paseado por las calles, Aldabica, como símbolo de lo malo y negativo, rodeado de la comparsa es quemado en la plaza de Los Fueros.

En el mismo número, J. G. firmaba el siguiente soneto: "Consiste el carnaval de gente inculta / en correr por las calles dando voces / por doquier preguntando ¿Me conoces?, / con sucia faz que la careta oculta. / Hay otro carnaval de clase culta / trajeado con finos albornoces / que en el ritmo del vals busca sus goces / y en ondas de champagne penas sepulta / pasa fugaz la fiebre de jolgorios, / y el carnaval nos queda en la farsa / que dura todo el año; su comparsa / la forman esos verdes vejestorios / que lucen en sus calvas negros rizos / y fingen encantos con postizos".

En el nº 142, de 15 de marzo de 1919, se nos dice que "Los Carnavales pasaron en Estella casi desapercibidos. Alguna máscara se vio las tardes del domingo y martes, y todas de bastante buen ver. No salieron ni el oso que bailó, ni el portador del higuico, pero no nos lamentamos de su falta".

Más adelante señala que a las cinco de la tarde del Domingo de Carnaval, el "Oratorio de Niños" recogió en el Círculo Católico de Obreros a los mocetes "en una amenísima Velada, con el elevado fin de recoger a la juventud en la tarde y primeras horas de la noche de ese día, proporcionando culto y honesto entretenimiento que sirviera de ventajoso y sano sustitutivo a la ridícula farsa que como residuo abominable de las antiguas fiestas paganas todavía, aunque en gradual y casi total decadencia [se celebra en la ciudad]".

El Martes de Carnaval hubo otra Velada, organizada por el Oratorio de Niñas, en la que reunieron más de 400 jóvenes alumnas de la Escuela Dominical.


Este año, por decisión de las colectividades locales, representaba a "la violencia de género", la cual, pocos meses antes se llevó una vida en el pueblo más próximo a la ciudad.

Por si no quedara suficientemente clara la opinión que a la sociedad estellesa le merecía esta fiesta "pagana", en otra página de mismo ejemplar aparece un suelto que dice: "Durante los tres días de las fiestas profanas por excelenci, estuvo expuesto el Santísimo en la Parroquia de San Juan, viéndose a todas horas llena de fieles que oraban en desagravio".

No nos relata el semanario ningún suceso violento, pero el corresponsal de Aberin señala con alivio que "Pasaron los carnavales sin que hayamos tenido que lamentar suceso desagradable".

Y el corresponsal de otro pueblecito, Morentin, próximo a Estella y al anterior, dice: "Han pasado los carnavales, en esta sin novedad".


Pero antes que Aldabica, el elemento que representaba al Carnaval estellés era "el higuico", o "el higuí". Esa persona que con un palo, un cordel y un higo seco en la punta, tentaba a los niños agitando el higo y diciendo "¡Al higuico! ¡al higuico!, al que lo coja, palico".

Si saltamos al año 1931, época en la que Estella sufría un gran paro obrero, el Ayuntamiento en pleno valora si debe autorizar los disfraces, señalando el Secretario que "desde la famosa orden de Bugallal (?) no se han permitido".

Hubiera o no disfraces, hubo baile. Además de los que tradicionalmente organizaba el Casino Español, "los muchachos de la sociedad Curdín Danzing organizaron bailes el domingo y el martes en el Andén (¿en el Novelty?). Para ello -decía el semanario- han recibido una partida de confetis, serpentinas, bolas de nieve etc."

Cuatro años más tarde, en plena efervescencia política, "La Merindad Estellesa" señalaba que "los carnavales pasaron sin pena ni gloria ni mascaritas. Ha habido tres bailes, y los tres se llenaron de confetis, de polvo y de gente".

Recoge también la noticia de que en la madrugada (no señala si el domingo o el martes) "destrozaron el lienzo de San Miguel que estaba en una urna en el Cantón" (Rincón de la plaza de Los Fueros próximo a la cabecera de la iglesia). Este hecho motivó una fuerte reacción, y se abrió una suscripción popular, limitando a un duro la cantidad máxima que cada persona podía dar para desagraviar el acto y poder colocar otra imagen.


Aquí vemos a las brujas de "al higuico", llevando, en este caso, una especie de botarrina con la que se zurra a la gente.

Estas crónicas nos dan una idea de cómo discurría el Carnaval en Estella; de la violencia latente que acompañaba a la fiesta; y de la mala opinión que de él tenía "la gente bien-pensante".

También nos habla "del higuí"; juego que caracterizaba al carnaval estellés, aunque no era patrimonio exclusivo de la ciudad. "Al higuico" o "al higuí" se jugaba en Puente la Reina, Lumbier, Burguete ("al higuí, al higuí, con la mano no, con la boca si") y Berbinzana, entre los pueblos navarros de que tengo noticia. Se jugaba en Amurrio (Vizcaya), y como ya dije en mi primer reportaje sobre El Carnaval, hacía furor en Madrid.

El juego consistía en un higo seco atado a una pequeña cuerda que colgaba de la extremidad de un palico que se sujetaba con la mano izquierda. Éste palico se golpeaba con otro que se llevaba en la mano derecha, lo que hacía que el higo estuviera en constante movimiento, dificultando que el niño lo cogiera con la boca. Este segundo palico servía también para dar un golpe en la boca del "afortunado" que sujetaba el higo con sus dientes. Pese al riesgo, por hambre, osadía, o ganas de jugar, siempre había un niño o un incauto dispuesto a recibir un golpe a cambio de un higo.

En otros lugares el niño recibía, en vez de palo, un puñado de ceniza, o, como en Labastida, al menor descuido le pasaban por la boca un palo untado en excremento.


Otro elemento característico del Carnaval local es el "paloki, o "paloqui". En esta fotografía lo vemos, en su evolución actual, repleto de colorido...

Sobre la recuperación del Carnaval estellés conviene dar algunos datos: en "El año fue así" correspondiente al programa de fiestas de Zunzarren de 1980, Domingo Llauró recogía que el 23 y 24 de febrero, "Con motivo de los Carnavales se efectúan diversos actos organizados por el naciente "Club Juvenil" de Estella". Este naciente club parece que llegó tarde a la cita, pues el mismo cronista decía que "Por causa no justificada" se celebró con retraso respecto a la fecha oficial.

Este "Club Juvenil" siguió celebrándolo los años 1981, 1982 (año en que aparece "El entierro de la Sardina") y 1983 (por primera vez figura en estas crónicas "la quema de Aldabica").

Parece ser que el año 1984 no se celebró, y el siguiente lo organizaron los Gaiteros y la Sociedad Gastronómica "Asdrúbale".

El año 1986 tuvo un cierto cariz político, pues se representó una llamada "Reyerta anti-OTAN", y por primera vez salió la Peña "La Bota" amenizando las calles con su música.

Al año siguiente lo organizan "La Bota", la ikastola "Lizarra" y el naciente Colectivo Cultural "Almudi", celebrándose el primer concurso de carteles.

A partir de ese año son "La Bota" y la ikastola "Lizarra" quienes año tras año lo organizan, y a ellos se debe su actual auge.

Desde 1991 se incluyen las variadas representaciones del Carnaval Rural navarro de que hablé en un reportaje anterior.


...y también de forma, pues no todos los niños llevan ortodoxamente el disfraz, sino que adoptan posturas de lo más graciosas y variadas.

Dados estos antecedentes, aún se agradece más la labor de "la Bota" y de la ikastola "Lizarra", las cuales han hecho que Estella tenga hoy un carnaval que no sólo es una recopilación del Carnaval rural navarro, y un desfile de disfraces, sino que han creado unos elementos que tienen vida propia y son exclusivos de nuestra ciudad: Aldabica, y los palokis.

Según recuerdo antiguo, "los palokis", o "paloquis", eran el disfraz que empleaban las cuadrillas de quintos llamados al servicio militar. Sin origen carnavalesco, se sabe que en 1930 participaron en el Carnaval estellés organizando la "Marcha de los paloquis".

Ignoro cuantos años duró esta participación, pero todo ello, Carnaval incluido, desapareció con la Guerra Civil.


Pero el paloqui tradicional, el que ha servido de modelo al actual, con su cedazo, su saco, y su blusa, era un elemento rústico, como corresponde al momento en que nació, a caballo entre los siglos XIX y XX.

El disfraz original de "paloki" (ver foto superior) consiste en un cedazo o criba circular colocado sobre la cabeza, del que cae un saco que oculta gran parte de cuerpo. Una blusa se anuda a la cintura, y un palo cruzado hace de brazos con los que se hostiga a los palokis próximos y a la gente. El resultado es un ser deforme, con una descomunal cabeza cilíndrica, un cuerpo pequeño, unas piernas diminutas, y unos larguísimos brazos.

Hoy ese disfraz básicamente se mantiene, aunque apenas se utiliza el cedazo (sustituido por un aro), el saco ha sido cambiado por telas de colores, y el palo cruzado lo sustituye las mangas colgantes de una camisa atada a la cintura, terminadas en guantes que semejan manos, como se ha podido ver en las fotografías anteriores.


Hecha la presentación de los elementos que configuran el Carnaval de Estella, volvemos al Aldabica (en este caso, el que nos ofrece la ikastola) que sobre un jumento pasea por las calles de la ciudad seguido de guardias, jueces, curas y gentes del pueblo, todos los cuales, en Los Llanos, nos contarán su historia.

Siguiendo la estela del famosísimo Carnaval de Lanz, en Estella también tenemos nuestro gigante-bandolero al que dar fuego. Se trata de "Aldabica", bandolero que a finales del siglo XIX dejó una estela de hurtos, robos y pillajes por Tierra Estella.

Según se publicó en 1985 en el programa de fiestas de Zunzarren, firmado por "El Marqués de Ordoiz", Aldabica nació y vivió en Abárzuza, y fue uno de esos elementos movilizados en las partidas de la Segunda Guerra Carlista que, llegada la paz, no supo adaptarse y siguió levantisco robando allí donde la ocasión se le presentaba. Casi siempre actuó en solitario, al amparo de la noche y sin cometer delitos de sangre, pero si la ocasión lo requería no tenía reparo en formar su propia banda.

En Aranarache (Améscoa Alta), con el concurso de diez o doce ladronzuelos, la mayoría de Estella, se apostó oculto tras los árboles que rodean el pueblo, esperando a que todos sus habitantes acudieran a la iglesia para celebrar una importante festividad religiosa. A partir de las campanadas que indicaban el comienzo de los oficios, penetraron en las casas robando todo lo que pillaron.

Por circunstancias no aclaradas, alguno del pueblo subió a la torre de la iglesia, y al ver cómo gente desconocida entraba y salía de las casas con los objetos de la rapiña, tocó a rebato y todo el pueblo salió en persecución de los ladrones. Lograron dar con todos, excepto con su jefe, Aldabica, el cual permaneció ocho días escondido en el interior hueco de un haya alimentándose con los alimentos que había robado.


Llegados al parque estellés, con la ayuda de un esquemático decorado en el que figura el bosque, el pueblo, la iglesia, el tronco hueco de un árbol, una carbonera, etc., los habitantes de Aranarache (Améscoa Baja) nos narran y escenifican las hazañas y la muerte del famoso bandolero. Aquí los vemos cómo acuden a la iglesia precedidos por el cura,...

En Arróniz sucedió otro de los hechos que lo afamaron. En sus correrías se enteró de que cierta familia adinerada pensaba ausentarse para tomar baños en Cestona (Guipúzcoa), dejando la casa en custodia de un mayoral que sólo acudía a apiensar el ganado, o lo llevaba al campo al amanecer para regresar en la atardecida. Aldabica, conociendo la rutina del mayoral, penetró en la casa hacia la medianoche, se apropió de todos los objetos de valor y poco volumen, y antes de amanecer regresó a su escondite.

Sabedor de que todas las culpas iban a recaer sobre él, urdió una hábil coartada: durante esos días acudía por la noche al rosario de su pueblo natal, haciéndose notar en la iglesia; a continuación, en vez de retirarse a dormir, salía de correría, y después de cometer el hurto regresaba a casa, donde esperaba a que sonaran las campanadas que en la madrugada anunciaban la misa. Se presentaba el primero en la puerta de la iglesia para que fuera visto por el párroco, y después de asistir al oficio iba a trabajar en un huerto que tenía camino del Monasterio de Iranzu.

Cuando descubierto el robo la Guardia Civil fue a prenderle, se encontró con el testimonio del sacerdote, quien declaró haberlo visto a última hora de la noche y primera de la mañana en la iglesia durante todos los días que la familia robada estuvo en los baños, lo que materialmente hacía imposible que él fuera el ladrón, pues el pueblo de Aldabica y el de la víctima distan entre quince y veinte kilómetros en línea recta.


...momento que el ladrón aprovecha para robar las casas y huir a esconderse en el tronco hueco del árbol. (Al fondo, Pablo, compañero en tantas actividades, contempla el espectáculo. Pocos días después moriría víctima de un absurdo accidente. Va en tu memoria este reportaje).

Su vida acabó de forma trágica: una fría mañana de invierno lo encontraron moribundo sobre un estercolero. Unos dicen que el montón de fiemo estaba en la cuadra de su casa; otros afirman que en la finca que tenía camino de Iranzu.

A partir de su muerte se incorporó a la leyenda y pasó a formar parte de los dichos populares: "Es más ladrón que Aldabica", se decía en Tierra Estella. Hoy su memoria forma parte indisoluble del Carnaval estellés.


Al salir el pueblo de la iglesia, encuentra sus casas vacías de viandas y objetos de valor. Bate el entorno, pero no logra encontrar al ladrón, por lo que se retira agotado a descansar. Momento que aprovechan las brujas para acudir en su ayuda...

Para finalizar el recorrido por el Carnaval, del cual este es el último reportaje del presente año, daré algunas pinceladas sobre cómo se celebraba en algunas poblaciones de Tierra Estella.

En Muniáin de la Solana, el Domingo de Carnaval los "escatuleros" ofendían con una mimbre y pedían pucheros de barro para después apedrearlos. El Martes se reunían los mozos y casados, y con música salían a pedir mientras cantaban:

"Ya hemos llegado al rebote, / donde se juega a pelota; / donde se pierden los quinces / por mirarles a las mozas".

"¡Ay! qué ventana tan alta, / qué balcón tan adornado, / y qué chica tan bonita: / ¡Cuál será su enamorado!".

El baile duraba hasta la madrugada, enlazando con la aurora, en la que cantaban: "La ceniza en las cabezas / manda que ayunar debemos / y que hagamos penitencia / en tiempo de Cuadragésima. / Es verdad que de la muerte / nadie se puede escapar / y no conocemos la hora / en que nos ha de llegar".


...y musitarle entre sueños el ardid que deben emplear para atrapar al ladrón.

En Mañeru sólo se celebraba el Martes de Carnaval. Mozos, mozas y algún casado se disfrazaba de "carátula", y después del toque de oración salían con música de cuerda y viento. La fiesta continuaba hasta que llegaba la aurora, en la que se cantaban: "Despierta hombre, despierta, / despierta para tomar / la ceniza en la cabeza, / y allá podrás contemplar / que al cabo de poco tiempo / en el polvo has de parar, / entre la podre y el gusano / hasta el Juicio Universal. / No desprecies este aviso / que el Señor te viene a dar. / Despierta como te digo; / vamos a misa a rezar".

Según testimonios que no he podido comprobar, los "carátulas" corrían por la calle con un saco de paja ardiendo en la espalda, asustando a mujeres y niños.


Siguiendo el consejo de las sorguiñas, el pueblo llena de trampas el monte, y Aldabica, a los pocos metros de salir de su escondite, cae y queda inmovilizado.

En Dicastillo, el Jueves Lardero se obsequiaban mutuamente con sendas cuchipandas los niños y los maestros.

El Domingo salían los niños disfrazados de "escaratuleros", hostigando a las chicas. El martes pedían los jóvenes del pueblo, acompañados de música de cuerda, y cantando:

"En ésta calle que vamos, / echan agua y salen rosas, / y por eso la llamamos / la calle de las Hermosas" (los apellidos Hermoso, y Hermoso de Mendoza, era muy comunes en el pueblo).


El pueblo lo coge y lo entrega a los guardias. Éstos lo conducen ante los jueces, los cuales lo condenan a morir en la hoguera,...

En Arellano, el Jueves Lardero los niños se ponían ropajes extraños, y con la cara descubierta pedían casa por casa mientras caminaban cantando: "Alidango, alidango, las cerezas se cogen del mando, y los higos, los higos, a la media vuelta se cogen bailando".

Cuando llegaban a una casa, entonaban: "Jueves Lardero, / comeremos cordero; / Viernes de la Cruz, / resucitó Jesús. / Venimos aquí, / llenos de esperanza; / la patrona es buena, / tenemos confianza: / aquí nos darán / una buena magra / con huevos y pan".

El Martes de Carnaval salían a pedir los mozos, acompañados de música de cuerda. Después de postular se disfrazaban de "escaratuleros".


...en presencia de todo el pueblo,...

En casi todos los pueblos del norte del valle de Yerri, el Jueves Lardero salía a pedir la gente que cuidaba el ganado de la dula del municipio [vaquero, machero (cuidador de machos y mulas), boyero (cuidador de bueyes), cabrero, yegüero (cuidador de yeguas y caballos) y lechonero (cuidador de cerdos)]. Recogían la llamada "limosna del Jueves Lardero", que equitativamente repartían. Después de almorzar, recogían el ganado e iban con él al monte (También se daba esto en Mirafuentes, cuyos mozos, el Domingo de Carnaval, disfrazados de "zamarreros", con unas mimbres en las manos eran el terror de los niños y las mozas).

Además de lo señalado para el valle, varios de sus pueblos lo celebraban con coplas y algún que otro acto característico:

-En Lezáun, donde llamaban "michilargas" a los disfrazados, cantaban los niños: "Jueves de Lardero, / comeremos carnero. / Ángeles semos, / del cielo venemos, / a pedir limosna / para Jesucristo, / que viene en camino / lavándose la cara / con agua dorada. / San Nicolás coronado / su cuerpo muy honrado. / La mujer de esta casa / será buena mujer: / nos dará tocino viejo, / que tenga buen pellejo; / que los chicos de la escuela, / nos lo hemos de comer".

El Martes salían los mozos, con música y sin disfraz, cantando coplas de este tenor:

"En tu puerta planté un guindo, / y en tu ventana un cerezo; / de cada guinda un abrazo, / de cada cereza un beso".

"La despedida te doy, / la despedida voy dando; / esto sí que es despedida, / que me despido cantando".

"Esa novia que tu tienes, / antes la he tenido yo; / Dios quiera que te diviertas / con lo que a mí me sobró".

"Aunque tengas más amores / que flores tiene un almendro, / ninguno te ha de querer / como yo te estoy queriendo".

"Al que toca la guitarra, / ojalá le caiga un rayo / de naranjas y limones, / y de chicas de buen año".

"La moza que quiere a dos, / siempre vive prevenida; / cuando una vela se apaga, / la otra queda encendida".

-En Iruñela, el Martes, los mozos disfrazados cantaban: "Con el permiso de Dios, / y del señor Alcalde, / daremos una vueltica / sin hacer mal a nadie".

Les seguían los niños, a los que echaban ceniza que llevaban en calderos.

Terminada la cuestación, se despedían cantando: "Allá va la despedida, / a todos en general; / en la vida nos ha gustado, / quedar con ninguno a mal".

El Martes de Carnaval era costumbre de comer en las casas las patas y las orejas del cerdo.


...que manifiesta su alegría bailando y festejando el fin del ladrón.

-En Azcona, donde nació mi abuela paterna, el Martes pedían los jóvenes, mientras cantaban:

"Gracias a Dios que llegué. / Pensé que no llegaría; / cada pasito que daba, / un año me parecía".

"Bendita sea esta casa, / y el albañil que la hizo; / que por fuera está la gloria, / y por dentro el paraíso".

"A esta puerta hemos llegado / cuatrocientos de cuadrilla; / si quieres que nos sentemos, / saca cuatrocientas sillas".

"Las estrellitas del cielo / no pueden estar cabales, / porque mi chica en la cara / lleva las dos principales".

"Desde la otra puerta aquí, / he venido sin parar, / por ver si podía ser / el primero en el cantar".

"Unos ojos negros vi / en una cara morena. / La vida me ha de costar / si no me caso con ella".

"Ayer me dijiste que hoy, / hoy me dices que mañana, / y mañana me dirás / que estás enferma en la cama".

"Cuatro claveles te traigo. / No tenía más el pote; / si tenía no los vi, / que estaba oscura la noche".

"Desde que al mundo bajaste / con esos ojos tan bellos, / se ha notado que hay un claro / en el azul de los cielos".

"Yo me subí a una ventana, / por ver a mi novia en cueros, / y su madre me tiraba / medios ladrillos y enteros".

"Mi madre me dijo fea, / y yo al espejo me miré; / si soy fea que lo sea, / que a algún tonto engañaré".

"Vamos a la cama, mozos, / que las estrellas van altas, / y la luz del día viene / descubriendo nuestras faltas".


Terminado el Carnaval, cada mochuelo se retira a su olivo.

Este paloki espera a sus padres lo recojan y lo lleven al suyo, y yo me olvido del Carnaval hasta que lleguen las próximas Carnestolendas.

Para saber más:
           "Carnavales de Navarra", de Francisco Javier Tiberio.
           "Carnaval en Navarra", de Juan Garmendia.

Nota: Mi agradecimiento a José Sánchez Ugarte, quien ha puesto a mi disposición toda su colección de "La Merindad Estellesa".

El mismo agradecimiento debo a José Isaba Domeño, quién hizo los mismo con su colección de Programas de Fiestas.

Marzo 2005

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© Javier Hermoso de Mendoza