Los Ruices de Alda proceden de una familia alavesa afincada en Estella desde finales del siglo XVIII. El padre de Julio, Silvio Ruiz de Alda Vergara (Estella 1867-1928), era liberal, y como tal estaba en el Ayuntamiento elegido en 1905.
Evolucionó hacia posturas filonacionalistas, figurando en 1918 como miembro del consejo de administración de la Sociedad Inmobiliara Egaechea (su hermano Cesáreo fue secretario del Centro Navarro, nombre con el que era conocida la sede de los nacionalistas estelleses).
Casado con Francisca Miqueléiz Cortabarren, de origen salacenco, el matrimonio tuvo doce hijos, de los que ocho llegaron a la edad adulta. Cuatro de ellos, manifiestamente nacionalistas (Ángel, afiliado al PNV; Lorenzo, concejal nacionalista en 1931; y Pablo, socio del Centro Navarro), avanzada la República se adscribieron al falangismo. Otro vástago, María del Puy, tesorera de Emakume Abertzale Baltza, toda su vida siguió fiel a sus convicciones vasquistas.
De los ocho hermanos, tres murieron en la guerra civil luchando en el bando de los sublevados (Julio, cofundador de la Falange; Eustaquio, Capitán de Artillería y de Aviación; y Antonio, Alférez de la Legión), y dos (Ángel y Nicolás) fallecieron junto con sus esposas cuando en febrero de 1949 desapareció en el mar el avión en que viajaban a Copenhague para asistir a una feria industrial.
Julio (Estella 1897-Madrid 1936), con 16 años ingresó en la Academia de Artillería de Segovia, obteniendo el número uno de su promoción. Ascendió a Capitán de Artillería y Comandante de Aviación. Hizo la campaña de África, y, como anécdota, recordaba que en la toma de Xauen vio salir a la comunidad judía, precedida por sus rabinos, entonando canciones en español antiguo y dando vivas a la reina Isabel la Católica.
Con amplios conocimientos en ingeniería, para Electras Marroquíes participó en el proyecto y construcción el salto del río Lucus; puso en funcionamiento del aeródromo de Tetuán; junto con los hermanos Ansaldo desarrolló diversas actividades industriales; gestionó la empresa familiar; y con Pablo Rada fundó la Compañía Española de Vuelos Fotogramétricos (CETFA), primera empresa de fotografía aérea en España, fotografiando desde el aire Álava, Navarra, y algunas confederaciones hidráulicas para realizar catastros aéreos. En 1930 regresó a Buenos Aires para realizar un levantamiento aerofotogramétrico.
Hombre de férrea voluntad, para poder crear una importante industria aeronaval, cuyos cimientos puso en Madrid entre 1924 y 1926, sostuvo la idea de nacionalizar la aviación española.
Su actividad política comenzó al caer la Monarquía, y como miembro de la Sociedad de Estudios Vascos sobrevoló Navarra haciendo propaganda en pro de la Asamblea y Estatuto de Estella.
Ese mismo año (1931) se casó con la médico Amelia Azarola, natural de Santesteban (Navarra), e hija (otros dicen que sobrina) de un contralmirante que llegó a Ministro de Marina.
Tuvieron dos hijos. Uno falleció joven, junto con la madre, en un extraño accidente de automovilismo; el otro llegó a Subgobernador del Banco de España, y su prematura muerte, en otro accidente de tráfico, le evitó ser salpicado por el procesamiento de Mariano Rubio, Gobernador del Banco de España.
Tras un breve paso por el Centro Constitucional de Maura y Cambó, Julio se relacionó con las JONS (en 1932 se formó en Estella una célula de las JONS, sin que yo sepa el papel que pudo tener en ello), y por esas fechas se le consideraba jefe del movimiento fascista de España.
A raíz de una entrevista en El Fascio, se ve obligado a pasar a Francia, donde toma contacto con José Antonio Primo de Rivera, y en octubre de 1933 fundan, con Alfonso García-Valdecasas, Falange Española, que al año siguiente se une con las JONS de Ramiro Ledesma Ramos.
Miembro del Triunvirato Ejecutivo de la Falange, en noviembre de 1933 crea el Sindicato Español Universitario, con el que organiza actos como el asalto al local de la FUE en la Facultad de Medicina de Madrid.
En el I Consejo Nacional de Falange es elevado a la Presidencia de la Junta Política, y se le atribuye la adopción del nombre de Falange y el azul mahón como color distintivo de su indumentaria.
Opuso la «unidad de misión en lo universal» a la «unidad de destino» joseantoniana, y suya es la frase «España limita al sur con la vergüenza de Gibraltar».
Hombre de «oratoria maciza, algo desmañada y premiosa» (Areilza), fue incansable organizador y brazo derecho de José Antonio, al que en la crisis interna de 1934 impuso como Jefe Supremo, reservándose la Jefatura Nacional en ausencia del líder.
Ramiro Ledesma Ramos hizo de él esta semblanza: «...Carece casi en absoluto de capacidad expresiva, de cualidades para la tribuna y el mitin (...). Pero posee, en cambio, gran agilidad para extraer de los hechos del día las consignas que corresponden, virtud que es imprescindible para el ejercicio del mando en una organización política. Muchas veces, en el seno del Triunvirato parece que era Ruiz de Alda quien con más rapidez y justeza señalaba lo que convenía hacer, y por qué razones...
Era un dirigente de magnífica ejecutoria. Por una serie de razones -su profesión, su sentido de lo popular, su serena intrepidez- realizaba un tipo humano que en todas partes ha dado a los movimientos fascistas triunfales las mejores aportaciones».
Dionisio Ridruejo Jiménez dijo que «era más bien un símbolo con pocas disposiciones para la gestión política».
Publicadas sus obras, en su pensamiento figura el desprecio a las elecciones y la «Glorificación de la violencia», definiendo a la Falange como «un movimiento exaltado y violento, dirigido a las nuevas generaciones».
Derrotado en las elecciones de febrero de 1936, el 14 de marzo de ese año, tras la victoria del Frente Popular, es detenido, y en la cárcel Modelo de Madrid le sorprende el alzamiento militar del 18 de julio.
Diez días después su esposa le comunica que su padre, comandante general del Arsenal de El Ferrol, (fiel a la República, fue fusilado por los nacionales en agosto de 1936), le ha obtenido la libertad, que Julio rechaza para mantenerse fiel a sus compañeros.
Desde la cárcel manifiesta su oposición a aliarse con los militares sublevados, y, al ser asaltada, es asesinado el 23 de agosto de ese mismo año.
Su esposa asiste al entierro, vestida de falangista, sin derramar una sola lágrima.
Como broche final, copio a Paul Preston, de su libro El Holocausto español, página 538: «Amelia era nacionalista vasca y antifascista. Sin embargo, estaba casada y amaba profundamente a Julio Ruiz de Alda (...). Fue arrestada en agosto de 1936, poco después de que su esposo fuera asesinado (...). El 29 de marzo de 1937 fue juzgada por desafección al régimen. Tanto Irujo como Negrín testificaron en el juicio. El primero la conocía como una republicana convencida de su aldea natal en Euskadi; el segundo había estudiado con ella Medicina en la Universidad de Madrid, y mencionó sus actividades en la organización estudiantil republicana (...). A resultas de estos testimonios, quedó absuelta. Sin embargo, Cazorla (Delegado de Orden Público, comunista y sucesor de Santiago Carrillo en el cargo) se negó a ponerla en libertad y la mantuvo retenida de cara a un posible canje de prisioneros. Finalmente se le concedió permiso para trabajar en la cárcel de mujeres de Alacuás, en las afueras de Valencia. Después de una nueva intervención de Negrín, en otoño de 1937 (...) fue liberada por la DGS y pudo volver a su casa de Barcelona bajo custodia. Después, a principios de 1938, fue canjeada y enviada a Navarra».
Pablo Rada Ustárroz, hijo de un carpintero que murió cuando tenía quince años, nació en Caparroso el 30 de junio de 1901. Simultaneó sus estudios de mecánica por correspondencia con el arreglo de maquinaria agrícola por los pueblos, entrando con dieciséis años en la Azucarera de Marcilla, de donde fue despedido (1920) por participar activamente en la huelga convocada por el Sindicato Único.
En la mili ejerció de mecánico del regimiento de artillería ligera de Burgos, y concursó a una plaza como mecánico de Aviación, sacando el número uno.
Tras pasar por la base de Cuatro Vientos, participó en el desembarco de Alhucemas, donde destacó por su arrojo y temeridad.
En el raid del Plus Ultra, aunque su papel era secundario, llegó a eclipsar a sus compañeros. Además de lo señalado en la primera parte de este trabajo, en cierta ocasión, atento al ruido de los motores, en pleno Océano, cuando el hidroavión empezó a perder altura en medio de una tempestad, se subió a un ala y se ofreció a lanzarse al mar para aligerar el peso de la aeronave.
Por su origen humilde, con él se identificaban las clases populares, y las mujeres, sobre todo en América, fuera cual fuera su condición social, se le ofrecían para lo que deseara.
Se cuenta que, estando exiliado en Francia, no pudo ingresar en la Masonería porque el día anterior fue encontrado en la cama con la esposa del Gran Oriente.
La casa Ford de Madrid le regaló un automóvil; los alemanes, una moto; los obreros de Huelva un martillo de oro; y a ambos lados del Atlántico se hicieron colectas que lo llenaron de dinero.
Pamplona lo nombró hijo adoptivo, y en su pueblo se hizo una cuestación para regalarle la casa en la que había nacido.
Se casó con una bella muchacha de su pueblo, a la que abandonó, secuestrando a sus hijos y llevándolos a Madrid.
Ella, de cuyos movimientos era puntualmente informado, oculta en un carro de paja abandono Caparroso, montó en Tafalla en el tren, y llegando a Madrid recuperó a sus hijos, trayéndolos al pueblo, donde pasaron estrecheces y penurias mientras el padre llevaba una vida licenciosa y derrochona.
Sacó el título de piloto, y, si no lo fue siempre, con el paso del tiempo se convirtió en un anarquista y en un golfo divertido, uña y carne de Ramón Franco.
Al contrario que este, se mantuvo fiel a la República, y acabada la guerra residió durante treinta años en Colombia y Venezuela, a la que llevó a sus hermanos.
Enfermo de cáncer, solicitó volver a España, a la que regresó el 17 de febrero de 1969, muriendo el 18 de mayo de ese año, con el grado de Comandante, en el Sanatorio de la Marina en Los Molinos (Madrid), siendo enterrado en el panteón de la Armada Española.
Ramón Franco Bahamonde. El periodista José Antonio Silva, describiendo al hermano menor de los Franco, dice que «su carácter, a medio camino entre el loco y el iluminado, entre el héroe y el ruin, condensaba las dos Españas que se batían a muerte. En ninguna de las dos podía tener acomodo, y la muerte se lo llevó para que fuera leyenda antes que olvido».
Madariaga dijo de él: «joven, díscolo y extremista, pero extremista puro, sin la menor idea del sentido de su extremismo, que no sabía si era de derecha o de izquierda». Más popular que el más famoso de los toreros, perseguido por todo, combatiendo a todos.
Recordándolo, su primera esposa, con la que para eludir la autorización real se casó a escondidas en Hendaya, lo describe así: «no era alto, apenas un metro sesenta centímetros, tenía algo de tripa, y su pelo rizo había comenzado a desaparecer, pero yo no veía nada de eso. Sólo sus ojos verdes, arrogantes, que te taladraban, pero que escondían algo: traumas, miedos, complejos, rencor hacia los niños que le recordaban el abandono de su padre y el odio a la sociedad mezquina y chismosa del Ferrol de entonces.
Muy seguro de sí mismo, valiente, impulsivo, mujeriego y cariñoso, le atrajo su fuerza, su personalidad (...) y su divertida locura (...). Me enamoré de él totalmente, porque toda su persona, una desarreglada persona, por cierto, que siempre llevaba el uniforma arrugado, emanaba un extraño magnetismo y un atractivo que lo convertía en el príncipe azul de mis sueños de colegiala» (había vivido y estudiado en París, tenía diecinueve años, y él veintisiete).
Después del viaje del Plus Ultra, su envanecimiento, radicalismo y bandazos lo aíslan de sus compañeros y sufre frecuentes arrestos.
Necesitado de prestigio, junto con Ruiz de Alda, González Gallarza y Madariaga, intenta llegar de Madrid a Norteamérica, en vuelo de diez días (Los Alcázares-Azores, Azores-Halifax, Halifax-Nueva York, Nueva York-Washington, Washington-Terranova, y Terranova-Galicia), a bordo de un Dornier-16 no autorizado (el Gobierno había ordenado que fueran con un avión español).
Una borrasca desvía su ruta, pasan de largo las Azores, y en medio del Atlántico tienen que amerizar al acabarse el combustible.
Dos cruceros con a cada dos hidroaviones los buscan sin éxito, y, pedida la ayuda internacional, se monta un dispositivo en el que participan naves de Gran Bretaña, Italia, Portugal y Francia. El 29 de junio de 1929, cuando se daban por fallecidos, por pura casualidad el portaviones inglés Eagle los rescata y lleva a Gibraltar.
Cuando terminan las alegrías del regreso, el Gobierno, que había quedado desairado y en posición comprometida, le acusa bajo la sospecha de que en el cambio de aparato había habido dinero de por medio, lo que le obliga a causar baja en la Aviación.
Como reacción, ingresa en la Asociación Militar Revolucionaria. Acusado de conjura, es encarcelado, y cada golpe que recibe en su orgullo lo precipita más y más hacia el anarquismo.
Amnistiado a la caída de Primo de Rivera, sigue conspirando, y contra él se acumulan los cargos de provisión de armas y fabricación de bombas para hacer sabotajes, lo que asusta a sus propios compañeros.
Interviene su hermano Francisco, a la sazón director de la Academia General de Zaragoza, pero Ramón no rectifica, siendo detenido en el momento en que, lanzada una huelga general, se teme la sublevación de algunas guarniciones militares.
Disfrutando de un régimen carcelario permisivo, logra fugarse con la ayuda de Pablo Rada, y desde la clandestinidad sigue conspirando y adquiriendo armas.
Con Rada participa por libre en las sublevaciones de Jaca y Cuatro Vientos, y creyendo próxima la llegada de la República, planea bombardear el Palacio Real. Fracasan en su intento, huyen a Portugal, desde donde llegan a Francia, ingresando Ramón en la Masonería.
Al llegar la República, regresa a España, donde se siente aislado. Pero Azaña, ministro de Guerra, le nombra director de la Aviación para que reorganice el cuerpo. Sigue conspirando, y deja el cargo al presentarse como candidato a las Cortes Constituyentes.
Entre tanto, creyendo que Andalucía es terreno abonado, allí se dirige para predicar la sublevación entre los campesinos. Sanjurjo lo detiene y lo evacua a Madrid.
Celebradas las elecciones, obtiene dos actas de Diputado, y entra en las Cortes por Ezquerra de Cataluña, formando en la ala más radical. Su mala oratoria lo tumba, se le reprocha su trayectoria política, y se salva de un suplicatorio por la ayuda de la Masonería.
Siempre acompañado por su inseparable Rada, éste, en la quema de las iglesias, es el encargado de repartir los bidones de gasolina que Ramón consigue en Cuatro Vientos con vales de Aviación.
Su mujer, despreciada, ninguneada, frustrada, incapaz de darle un hijo, e ignorante de la doble vida sentimental que lleva (tenía en Barcelona una amante embarazada), le fuerza al divorcio.
Se casa con su amante, muchacha de veinte años, de gran belleza, que trabajó en un circo y había posado de modelo para la célebre alegoría de la Segunda República.
El nuevo matrimonio lo modera. Abandona la política, y la República lo envía a Estados Unidos de América como Agregado Aéreo.
Al producirse el Alzamiento militar, entra en doble juego, y el asesinato de Julio Ruiz de Alda le provoca un cambio que le lleva a unirse a su hermano Francisco, que, fallecido Sanjurjo, y disponiendo del poder absoluto en bando sublevado, lo destina a la base de Palma de Mallorca como jefe de la Aviación Nacional en la isla.
Cuando sale para bombardear el puerto de Valencia, poco después de despegar muere al caer su avión en picado. Algunos lo calificaron como un accidente, pero muchos otros, entre ellos, su hermana Pilar, aseguraron que había sido un sabotaje.
La mujer de Francisco Franco (lo dominaba, en su presencia siempre estaba cohibido, y para ella nunca dejó de ser el comandantín de los primeros tiempos de Oviedo), que nunca aceptó su segundo matrimonio, logró que le hicieran la vida imposible a la viuda y a su hija, sobre la que montaron una historia que negaba su paternidad.
La hija, a punto de morir, en 1976 hizo llegar a Buenos Aires el sextante del Plus Ultra que su padre había conservado como recuerdo, y del que decía que si «el hidroavión fue el cuerpo; el sextante el espíritu».
Para saber más:
- Franco el republicano, Internet.
- Ramón Franco, síntesis de las dos Españas, por Mercedes Puyol.
mayo 2011